El
desarrollo cognitivo de los adolescentes les permite construir una “teoría del
yo”. El esfuerzo del adolescente por dar sentido al yo no es “una especia de
malestar madurativo”, sino que forma parte de un proceso saludable y vital que
se basa en los logros de las etapas anteriores (sobre la confianza, la
autonomía, la iniciativa y la laboriosidad) y sienta las bases para afrontar
los desafíos de la adultez.
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